Perder a mi mamá: “Mi primer gran aprendizaje en la vida fue la pérdida de mi mamá, que murió cuando yo tenía cinco años de cáncer de mama, ella tenía 33. Trató con medicina alternativa, porque entonces no se sabía mucho sobre ese tipo de cáncer y de cómo atacarlo. Fuimos incluso a los monjes curanderos de Brasil, estuvimos en Texas, viajamos mucho todo ese tiempo, pero no se la pudo. La nueva e inesperada realidad de la familia exigió un cambio de fórmula profundo. Nadie pensó jamás que mi papá se la podría con dos niños chicos. Estuve muy contenida por él, que hizo el rol de papá y mamá. Él nos ha dado los valores más sólidos, nos ha dado todo”.

El mar: “Tenía ocho años la primera vez que me subí a una tabla. Era de bodyboard. Tras la muerte de mi mamá, mi papá se preocupó de darnos, a mi hermano y a mí, alternativas para entretenernos. Un día fue a un supermercado, compró unas tablas y comenzó a llevarnos todos los fines de semana a una playa de Viña del Mar, donde pasábamos el día metidos en el agua. Fue cuando comenzó mi conexión con el mar, con la naturaleza, que me permite salir de la estructura –soy muy estructurada- y me sensibiliza. Luego pasé al surf y aunque no me considero una profesional, en 2014 obtuve el tercer lugar en el World Flowboarding Championship de Abu Dhabi. El surf es un desafío constante”.

Primer beso: “Fue en el parque de mi colegio. Más que un beso, fue como un topón. Debo haber tenido 12 años y él 14. Ahora también estoy con un hombre más grande: él tiene 42”.

Mi primera vez: Yo era un año más chica que todas mis compañeras de colegio y todas ya estaban en la edad en que les llegara la regla… Recuerdo que un verano en Santo Domingo yo estaba superexpectante, tenía 13 años y pasó. Un hito superfemenino en la historia de las mujeres, que se le cuenta a la mamá. En mi caso, yo tenía mi “má-pá”, como le digo a mi papá, a quién llamé por teléfono para contarle. Él estaba superemocionado y desde Santiago llegó a verme y me llevó de regalo una depiladora Satinelle de Philips, y un ramo de flores. Fue muy lindo y emocionante para una nueva etapa.

El Principito: “Es un libro que leo siempre y cada vez que lo hago tiene un nuevo significado. Me marcó desde la primera vez que lo leí cuando niña. Me gusta mucho una frase que dice: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Me recuerda que el verdadero sentido de las cosas no siempre es evidente”.